El mundo está cambiando. La decoración dificilmente va a poder quedarse al margen ante la magnitud de los últimos acontecimientos. Los muebles ya han demostrado históricamente que se toman su tiempo y que no avanzan con la celeridad de los procesos socioeconómicos. Salvo en la Revolución Francesa, donde los muebles a través del estilo Directorio tomaron un rumbo por encima de las privaciones y el rechazo a toda época anterior, el pulso de los ambientes y las tendencias se toman su tiempo.
A veces se pegan un rápido avance, a veces se retraen.
Revisemos los últimos sucesos de este año.
Es probable que las revoluciones pacíficas o cruentas del medio oriente, altamente contagiosas, logren generar un receso en la Feria del Mueble de Milán.
Muchos de los expositores viven de los pedidos de familias como los Khadaffi y los jeques de los Emiratos.
Las excentricidades de estos personajes, no siempre de buen gusto, si hacen que las tecnologías al servicio del mueble hayan llegado a un pináculo de perfeccionamiento.
Mientras no aparezcan nuevos mercados interesantes es plausible hablar de una recesión en los mercados decorativos de casi toda Europa.
De otra parte no es insensato pensar que las clásicas largas filas de espera de japoneses fuera de las tiendas Vuitton, Hermés y Gucci, se reduzcan al mínimo como efecto de la tremenda tragedia por la que está atravesando el país nipón.
Moda, sí, pero muchas de las grandes casas de costura han apostado mucho y fuertemente por las líneas de casa a precios estratosféricos: Armani, Hermés, Paul Smith y Ralph Lauren hace bastante que ya no viven solo de la ropa.
Su presencia con las líneas CASA o MUEBLE les han asegurado un futuro sólido y de grandes cifras de negocios.
Estamos ante un panorama incierto en lo que a los derroteros de la decoración se trata. Quizá algo de lo que vengo apostando desde hace varios años termine siendo la salvación de un mercado en crisis:
“En la decoración del mañana es mejor apostar por algo especial, que por algo perfecto”.
Seamos especiales; la perfección aburre.
Texto y fotos: Andrés Alsina