domingo, 11 de septiembre de 2011

WTC, A DIEZ AÑOS

El 11 de Septiembre 2001 me tocó en Santiago. Mi vieja me despertó para decirme que viera la tele, el boquete que había dejado "una avioneta accidentada contra una de las Torres". Uno quería creer eso, pero mi lógica inmediatamente me despabiló con el sonido de "a-ten-ta-do". Después las imágenes se sucedieron una tras otra, cual película de ciencia ficción. Y un mundo que se venía abajo en minutos con la imágen del exitoso neoliberal minimalista y despiadado, a tomar por el culo. Si no quedé de cama, da lo mismo, pues la sensación era la de que uno llevaba el peso de las dos torres sobre las espaldas. Un llamado de un amigo a celebrar su cumpleaños y mi primer contacto con el mundo exterior fuera "breaking news". Todo pintaba bien esa noche hasta que entran tres mujeres -nivel "cuico" y conocidas- en sus cuarenta, curiosamente vestidas con muchas patchminas y capas y capas de telas sobrepuestas. En lo que a todas vistas era el brindis del festejado, una levanta la copa y lanza un "Brindemos por nuestro nuevo líder, Osama Bin Laden". Entre petrificado e iracuando agarré a una azafata de American -imagínense!!- uruguaya y pedí un radio taxi, no sin antes gritarles "Por mucho menos que esto, ustedes estarían ya presas en cualquier parte del mundo".. Solo recuerdo que saliendo, Mario Azócar, llegando, me larga algo así como -"Alsina, siempre el primero en irse"-. Dejé a la azafata en su hotel, tras pedirle todo tipo de inútiles disculpas y me encerré en mi casa por varios días más. Una mañana, como a la semana de la tragedia, prendo la tele, canal abierto chileno, donde se mostraban las primeras espantosas imágenes de las personas lanzándose al vacío tras el impacto de los aviones. Horrorizado reparé que la música de fondo con que habían editado las secuencias era "Its raining men, aleluya", en una versión de Gery Halliwell. Si no tomé un avión ese mismo día, o fue por falta de plata o por el miedo a volar post 11/9.
Diez años más tarde, me resisto a avalar la hipótesis de que hayan sido los mismos gringos quienes volaron las Torres; no estoy preparado ni para creerlo ni menos asimilarlo. Bin Laden bien muerto que está, y vaya mi más sentido pesar a todas aquellos familiares y amigos que perdieron a un ser querido ese día nefasto.