Paris. Barrio: 8. Vistas: Puente del Alma, Torre Eiffel, Teatro de los Campos Eliseos. Tiendas: Scherrer, Ungaro, Valentino, Balmain, Ricci y Dior. Hotel: Plaza Athénée.
Muchos años antes de que Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) saliera alucinada de su suite para tener su primera aproximación de la ciudad desde lo alto; de que Miranda Priestley (Meryl Streep) le comunicara a su asistente su divorcio y de que el que les escribe comiera los viernes en el Relais Plaza con una tropa de decadentes y mal cirujeadas (1981) aristócratas aterradas con la llegada del socialismo. Sí, mucho antes que todo esto, El Plaza Athénée ya era “él” hotel parisino por excelencia. Tan universal es su magia, estética y nombre, que muchos hablan ya del rojo Plaza, ese rojo tan especial de los toldos del patio de Honor, las flores de los balcones y toda la imaginería y merchandising del hotel. La llegada de Alain Ducasse, el Vatel del siglo XX, renovó una carta y agrandó aún más si cabe, la gloria y mística de este lugar tan especial y cercano a mi corazón. Ya sea en el Relais, como en la galería de los Gobelinos (mi preferida, pues estar comiendo mientras ves pasar a la créme de la créme te hace olvidar la créme de los platos, jaja!), o sentado en el bar con sus toldos impresos con pinturas de Fantin-La tour, no hay lugar en el mundo que remita más a ese París que ya convertido en museo, y bien que no lo toquen, todos soñamos. La decoración del salón de Ducasse, broma!!! Espectacular con sus miles de lágrimas que flotan en el techo, sus sillas ergonómicas ultramodernas pero de clásica raíz francesa y sus biombos acolchados, verdaderas obras de arte.
Oh, lá lá!!
Carrie Bradshaw en el Plaza |