miércoles, 12 de enero de 2011

DESORDENES DEL ALMA


Tinta Fresca//DIARIO SIETE/ 15 Abril 2005

Cada vez que paso frente al edificio del muelle de Bourbon, donde vivió Camille Claudel, leo la placa recordatoria y se me pone la piel de gallina ,Il y a toujours quelque chose de absent qui me tourmente (Siempre hay algo de ausente que me atormenta). La gran escultora que doblegó el mármol y la conciencia de Rodin y de toda una época, salió a las patadas de la isla San Luis para vivir sus últimos 30 años en un asilo de enfermos mentales, olvidada por sus familiares -su madre jamaás la visitó- e inmersa en la ignorancia de la medicina sobre la psiquis y la importancia de los minerales en el mate humano.
Conocida mas por su atormentada vida que por su prolífico trabajo, Camille no estuvo lo suficientemente preparada -mejor dicho, medicada- para vivir la doble culpa de ser mujer y artista. ¿Sería hoy tratada su bipolaridad con una buena dosis de litio diaria? En ese caso, la Claudel del 2000 trabajaría en su obra El Abandono al mismo tiempo que viviría como una acomodada bo-bo (bohemia-burguesa) pasando por sus hijos al colegio y reuniéndose con amigas para ir de compras a Chez Colette.
Bailando en los salones del Savoy al son del hit del momento" I´ve got you under my skin" -y muchos ya leían en la letra de Cole Porter no solo esa rica sensación que horada el corazón- Dolly Wilde se subía el elegante Vionnet y ante toda la sociedad londinense se daba un fuerte pinchazo de heroína en su muslo ya amoratado de tanto inyectarse. La sobrina de Oscar Wilde, aparte de los dulces momentos junto a Natalie Clifford Barney, vivió en un desaforado consumo de drogas y alcohol, visitas a dstintas instituciones para desintoxicarse y terminó como fiambre doblada sobre la cama de un mugroso hotel, tal como muriera su tío casi cuarenta años antes. Convirtió su tragedia vital en compasión ajena y envilecimiento propio.
Con buena terapia y antidepresivos, la Dolly del 2000 seguramente sería una típica inglesa rechoncha, escritora de best sellers firmando sus libros vestida de dandy en pleno Harrod´s o Fortnum & Mason. Vamos, una excéntrica calculada.
Cuando bajaba las escaleras del Waldorf, él lugar de Santiago en los 50 y 60s, la sencilla y menuda mujer con pelo suelto,poncho y guitarra en mano se detuvo para anunciar que venia a cantar. Los mozos, acostumbrados a recibir a la Marlene Dietrich, Jane Rusell, Los Platters o Paul Anka, corretearon a gritos a la "desubicada", que se dió media vuelta rumbo a su carpa en La Reina.
Avisado, el dueño del restaurante, mi padre, salió a los gritos por Ahumada al sur hasta encontrarla en la Alameda lista para tomar micro. Deshaciéndose en disculpas ante la torpeza e ignorancia de sus empleados, nuestra gran Violeta Parra tocaría finalmente para el cuiquerío de la época que, dicho sea de paso, la entendió antes y mejor que el propio pueblo.
El 5 de febereo de 1967 se mató porque estaba muy cansada, porque lo de Gibert, porque los hijos, porque el experimento de La Reina, porque no se puede ir en contra de todas las corrientes y el "pago" de Chile. O como leí por ahí, simplemente porque si. De haber seguido viva. vencidos sus demonios , eterna tristeza y el régimen militar, nuestra maravillosa Violeta huebiera combatido con la inmensidad de su talento, mil causas injustas.
A veces las ganas están ahí, es el cuerpo y el estado anímico el que nos juega malas pasadas.Pese a los desórdenes del comportamiento humano mujeres como estas, y tantas otras, no cedieron,emancipando la soledad y muchos otros secretos no resueltos. Esculpieron, escribieron y compusieron la terrible y maravillosa historia de sus vidas, y con ello, la verdadera historia del alma.