domingo, 30 de enero de 2011

TWO MOON SEDUCTION (o el agotador juego de la seducción)


La escena del ajedrez de la película "El Caso Thomas Crown", maravillosamente coreografiada por Norman Jewison, es el epítome del más fabuloso juego de seducción jamás visto. La luz, esa tenue luz del fuego semi iluminando el lugar, el tablero y sus piezas, la inmensa alfombra de Aubusson en el piso,la música de Michel Legrand, la ímplicita caza del gato y el ratón presente en cada movimiento y una Dunaway y un Mc Queen directamente para comérselos a los dos. Una escena ya clásica de la historia del cine, mi preferida, pero llevada a la vida diaria, agotadora. Solo de pensar en la producción , ya hablando fuera de cualquier set, y las ganas de meterme bien debajo de mis sábanas aparecen de inmediato. ¿Se acabó el tiempo de seducirse? En mi caso particular tengo miedo de que así sea. Veamos porqué.
El tiempo: Los años pesan y pisan. A los 20 uno no maneja los códigos válidos del sex-appeal, pero las ganas suplen con creces el nível y pefección de los encuentros. La ilusión de los primeros escarceos elevan un simple encuentro en un cruce de calles, a la categoría de la escena de ajedrez en nuestros corazones transparentes y nuestro cocktail hormonal explosivo. Las energías y las ganas están a full. No es que el paso de los años en mi caso hayan matado las ganas del todo; empero el haber sido un seductor con todas las de la ley, en la línea de un guión cinematográfico y más allá de mis medios, si. Con dos parejas importantes tiré todo a la parrilla (viajes, regalos, lugares románticos, situaciones buscadas, el elemento sorpresa tan importante en la seducción, todo), con resultados más o menos exitosos. El punto es que finalmente uno sigue solo.
El día a día: A mis casi 48 años, el día a día en mi trabajo abarca gran capacidad de lo que me queda por conquistar. Naturalmente encantador como me considero, coqueto como me dice la Vero Spencer, gasto muchas lindas y sanas energías en seducirle a la vida, bien sea con propósitos laborales, y no me digan que la seducción no es un arma en el mundo de los negocios, o con esa pelea interna casi imperceptible  de conquistar las horas, y las horas que vienen , y las horas que le siguen a las que ya fueron. Hay un cansancio mental, mucho más allá del físico, que no ayuda, pese a tener todas las herramientas de parte nuestra, a la hora de volver a la carga. No en la línea del Chess Game al menos.
Una mirada alrededor:  Ver a gente mayor que yo teniendo que retomar el juego de la seducción, porque el show must go on, porque las generaciones con los avances de la calidad de vida y la genética, se renuevan y hacen que una linda mujer de casi 70 se pueda ver como una diosa de 60 , también es agotador. Si lo es para uno como simple espectador, imagino como lo será para la persona en cuestión cuando tiene que producirse, y verse y arreglarse lo mejor posible, en pos de esa posible nueva conexión mágica que la vida nos tiene preparada. Es admirable y chapeau a los que no subliman esa posibilidad por la tranquilidad de la cama solos y el programa o película que se les antoje sin tener que pedirle la opinión a nadie.
Las nuevas modalidades: El internet, el sexo como piedra angular y porcentual del éxito de lo que pueda pasar y armarse, ayudan a que la imágen por ahí valga más que mil palabras. Cierto, ayuda. Pero finalmente siempre hay que enfrentarse con el tema de la piel, la química, el lenguaje corporal, eso que la camarita del notebook no arroja ni por asomo. En las relaciones "internacionales" en que me he visto envuelto ha servido para que la caza del gato y el ratón acerque a los actores, solo eso. Y hoy puedes tener el mejor programa preparado,comidas de mantel largo, preámbulos lúdicos inesperados, pero por lo general, la mejor forma de romper la barrera post internet es la del "sexe a la carte...".
Lo que se viene: Alguien, claro, del extranjero preferentemente, a menos de cinco días de llegar a Chile, esperando que no lea esto (y de leerlo que lo valore), y aquí estoy, a la carga nuevamente. Pero una carga distinta, tristemente menos tolerante conmigo mismo, en medio de mil temas laborales y cotidianos que me preocupan (tienda, clases, cambio de casa,etc). Me conozco. haré el esfuerzo, me prepararé para el encuentro, usaré resabios de mi capacidad de asombro que por ahí quedan. Seré encantador si me gusta, y encantador si  ni por las ramas, educado y buen anfitrión ante todo. Pero no puedo abstraerme al peso de todo lo anterior. Así que en algún punto, y mientras no vea si el personaje se ajusta a lo que necesito en mi vida, el esfuerzo será doble. Y en la espera, que linda es la seducción...en un buen dvd y frente a la soledad conquistada