miércoles, 12 de enero de 2011

MITOS Y LEYENDAS: LA DECORACION DEL FUTURO



Fotomontaje Gentileza Soledad Alsina

Los franceses, que todo lo adornan, dicen que el orígen etimológico de decorar viene de "de coeur" ( de o desde el corazón). Nada menos cierto, pero convengamos que suena bien. Y que de alguna forma sirve para dejar en claro que decorar y tener buen gusto no pasa necesariamente ni por las nuevas carreras de diseño, ni por la cantidad de plata que uno destine al tema, ni por la herencia familiar ligada al buen vivir.
Todo puede ayudar en mayor o menor grado, pero el buen gusto a la hora de decorar es algo tremendamente intangible, algo que no arroja ningún certificado universitario. Yo soy periodista de profesión, empero me gano la vida hace casi 20 años creando proyectos y ventas ligadas a al interiorismo.
¿La fórmula? Mezcla de altas dosis de sensibilidad, una madre con buen gusto y un padre con pésimo, el estar en París en marcadoras etapas de mi crecimiento y desarrollo profesional, ser tolerante frente a lo distinto aunque con una base muy sólida en todo lo que significaron las artes decorativas del siglo XVIII ; enfin, aprender a contrastar y ser intuitivo también aporta lo suyo.
Dicen que la decoración es cíclica, y como la moda, responde a cambios sociológicos, históricos y políticos.
Es apasionante darse cuenta que detrás del paso de una pata recta a una curva no hay solo el simple capricho de un artesano. Detrás de eso puede haber verdaderos cambios políticos, grandes revoluciones, o la búsqueda de nuevas tecnologías en pos de piezas más ergonómicas. No menos anecdótico es ver como cada uno a veces disfraza su modo de vivir con argumentos comunes, a mi parecer poco sustentables: "Yo soy minimalista, en mi casa solo hay un jarrón de Morph sobre la mesa". Cuando en honor a la verdad, sería mejor reconocer "Soy pobre, no me dio el bolsillo para más". El desfase de las tendencias también es todo un tema. Sin ir más lejos el minimalismo murió con la caída de las Torres Gemelas, en un mundo en búsqueda de espacios más contenedores y con historia. Menos desalmado. Lo que hoy creemos "zen", puede ir entre lo contemporáneo y lo orgánico, no por ello despojado y sujeto a los materiales de la nueva arquitectura. De otra parte, el eclecticismo, tiene que dejar de leerse como una corriente simplista en donde mezclas dos estilos o muebles y ya está. Ser un buen ecléctico va mucho más allá de eso. El sentido del drama y lo escenografico no siempre es bien entendido en la decoración, y lograr la excelencia dentro de esta mezcla, sin dejar de ser elegante, una tarea nada fácil.

 
Publicado en Dresscodemust Argentina (2010)

Para un profesional como yo, donde el siglo XVIII no deja de estar presente, hablar de la vuelta de tal o cual periodo me lleva siempre al mismo punto de partida. El barroco, el rococó, el gustaviano y el chippendale inglés, puntales del diseño que han terminado siendo atemporales, siempre están ahí, jamás van y vienen. Sí los reestructuramos, aggiornamos, alegramos o dramatizamos según las necesidades y el humor del cliente. Estas intervenciones, a veces mágicas, a veces extremas (como dijo Diana Vreeland, editora del Vogue por décadas, "la exageración es la única realidad válida"), son las que finalmente te catapultan o no al éxito como decorador. Saber del mismo modo apreciar lo bueno de otras épocas, un aArts&crafts en medio de la debacle estética victoriana, o un Biedermeier arraigado a la revolución socio-industrial de la Alemania y Austria del XIX; ni que decir del art-decó que nos remite al antiguo Hollywood. Lograr rescatar con éxito tal o cual tendencia, entenderla por lo que es antes de emplearla, no cayendo en las barbaridades comunes de llamar por dar un ejemplo, provenzal a cualquier mueble blanco –una tontera que viene de las revistas españolas tipo El Mueble- . Si, son muchas las variables que un buen profesional tiene que barajar a la hora de realizar un proyecto. La historia, el lugar, la orientación y la luz en sus distintas horas del día, la impronta familiar que el cliente necesita encontrar a la hora de la entrega. Un mundo infinito apasionante y distintivo donde lo especial prime sobre lo perfecto – esa impecabilidad que termina aburriendo-. Porque el ser humano, que ya ha rozado la perfección, apunta a una decoración del mañana, especial.
Con alma.