En París vive en una suite del Ritz de la Place Vendome. Su mansión de República Dominicana ha sido portada de cuanta revista de esas de páginas de alto gramaje existen. Ha vestido a mujeres como la Duquesa de Windsor,Jacqueline Kennedy,Anne Bass,elegantes entre las elegantes, amén de asesorar a una difícil -a la hora de vestir- simpática Hillary Clinton y a una fácil pero no tan simpática Laura Bush. Es uno de los motores del desarrollo tur\'edstico-inmobiliario de Punta Cana y junto a la Herrera el diseñador latino americano de mayor renombre mundial . Y también y a raíz de todo esto, el causante o víctima de uno de los episodios más bochornosos que yo recuerde en el tiempo.
Cuando hace nueve años me llamara la Bárbara Lyon para pedirme que fuera a un almuerzo de carácter informal en honor a de la Renta coincidiendo con su visita a Chile y la presentación de su última colección, no imaginé con lo que me iba a encontrar. La cita era un domingo de fines de invierno en un restaurante del Arrayán;la idea aparentemente de la Ana Maráda Cummins de mostrarle a Oscar algo tipicamente chileno,fuera de toda actividad social o protocolar y con unos pocos invitados que pudieramos entretener con nuestras historias mundanas a la comitiva del dominicano. Recuerdo que estaba el Cote Evans,Andrés Allamand,dos o tres del círculo familiar de la Anita,el cónsul del país caribeño y yo.El ambiente pretendió ser distendido; inútil.Los manteles de hule con quemadas de cigarrillos,las sillas tonnet pintadas grises con cuerina color eucaliptus,como los árboles de afuera que en ese día gris se veían como trasplantados de la refinería de Ventanas,los groseros platos con chorrilladas y las cazuelas con dedo gordo flotando incluidas,todo jugó en nuestra contra.Ni el Cote con sus anécdotas y sus libros,ni Andrés con su conocimiento de Estados Unidos,ni yo con mi pasión por el Loira,región que Oscar conoce casi a ciegas, nada,absolutamente nada pudo con esa imágen decadente de lo que se supone que es mostrar Chile. Oscar venía bien,relajado y distendido; el presidente de su compañía,un gringo afirulado de traje cruzado y melena tipo muñeco Ken, aguantó hasta donde pudo con una sonrisa puesta pero con una mirada de "¿acaso estoy en la dimensión desconocida?" que se las encargo. En algún momento recuerdo haberle balbuceado a los anfitriones algo así como "¿Se fumaron un bonsai para elegir este lugar?" ya convencido de que bueno,ya estabamos ahi,y nada peor podía pasar. Grave error; cual sería mi sorpresa al ver como sacaban al a esa altura intrépido festejado a cantar junto a los dueños del restaurante..."Si vas para Chile""Gracias a la Vida" "Hermano americano".A los gritos de "guena pelao!" a la calvicie más distinguida de la moda mundial- los comensales de las dos o tres mesas fuera de la nuestra y en evidente estado etílico se levantaban abrazándolo y animándolo a "otra!,otra!". A esas alturas yo imploraba por una máquina perforadora que me hiciera salir cual topo en el lugar más alejado del planeta. Con "la" verguenza ajena en la cara,atiné a rajar al baño. ¡El baño!!.Cuando constato que en el wc flotaba un mojón enrollado más grande que ensaimada mallorquina y que la cadena colgaba cortada en sus dos extremos salí disparado chocando de hocico con un atribulado Oscar camino al mismo.Noooooooo!!! "Oscar,te aconsejo no entrar...y yo no fuí".
Los franceses dicen que quien se excusa se acusa;a la mierda,yo no iba a dejar que este tipo entrara pensando que yo era el causante de ese "desaguisado".Dándome una palmada en la espalda recuerdo que me preguntó muerto de la risa si así era mi restaurante en Francia, a lo que le contesté anotándole tres lugares donde podía revertir esa experiencia y llevarse una mejor imágen : La carta de comida chilena sofisticada del desaparecido Carrera,el Agua o el Astrid y Gastón y Valle Escondido por las buenas vistas a la cordillera.Volví a mi casa seguro que lo vivido solo era comparable al "locrazo" Bolocco-Menem en el polideportivo de La Rioja.
¡Que "espléndido" lugar para agasajar al gran Oscar! |