domingo, 16 de enero de 2011

"LA COFRADIA"

36 pabellones, 9 por lado,construídos de un paraguazo entre 1605 y 1612 por encargo de Enrique IV. De ladrillo,piedra y techos grisaceos de pizarra de Angers,los cuatro costados de la Plaza de los Vosgos han visto pasar cardenales, mujeres letradas, al gran Hugo,casas de moda, científicos, ministros, artistas, diletantes e intelectuales. No por nada los que hemos logrado vivir en ella pasamos a ser parte de una cofradía cerrada, altanera, orgullosa del estatus que conlleva ser parte de un espacio hecho pelotas, a punto de convertirse en parking allá por el 70 y maravillosamente restaurado en 1988. Antigua Place Royale, sencillamente hoy la plaza más linda del mundo

LA COFRADIA; MIS AÑOS EN LA PLACE DES VOSGES

1976: Mirando la plaza desde el comedor decorado por la amante de Victor Hugo, la actriz Juliette Drouet, me dí vuelta impetuosamente buscando a mi familia y así no más les solté un "algún día yo viviré aquí".La carcajada de mi madre no se hizo esperar. Apenas tenía trece años
1998: El peso de la cómoda y lo resbaloso del mármol me hicieron perder el equilibrio rodando escaleras abajo y aterrizando a menos de un metro de un par de piernas no muy bien formadas. Marlene Dietrich siempre garabateó las fotos donde la Deneuve usaba falda corta escribiendo al costado un germano "vrong" (equivocada). Pierre Bergé me ayudó a levantarme mientras le susurraba a Catherine Deneuve "Este debe ser le chilien que le arrendó la pieza de empleada a Jack Lang". Agradecido les sonreí de oreja a oreja sin darme cuenta que con la caída me había volado media paleta. Horror!!!...y sin escalas al dentista.
La "pieza de empleada" en cuestión era un precioso studio refaccionado en el techo del 17, antiguo palacio Marchant y donde vivió por veinte años el cardenal Bossuet, del Rey Sol. El resbaloso mármol parte de una caja de escalera declarada como todo por esos lados, monumento nacional. Por ella subí y bajé casi dos años en la que fué sin duda la experiencia más enriquecedora de toda mi vida. Mi sueño cumplido.
Si para Victor Hugo vivir en París era nacer dos veces, imagínense lo que para mi era levantarme cada mañana y atravesar tres palacios para ir a comprar pan al Monoprix más cercano. Solo de recordarlo se me pone la piel de gallina. Y Ud. sólo de leer hasta aquí tiene claro que mejor guía para recorrer esta plaza maravillosa, imposible. Vamos pues.
Si hay suficientes recursos quedarse en el Hotel Pavillon de la Reine es lejos lo más indicado. Al costado del pabellón de Ana de Austria esta construcción tapada de enredadera es uno de los hoteles con más carácter de París. El salón de descanso con sus maderas entramadas es un poema, así como el entelado Pierre Frey de todas las habitaciones. Si los euros no abundan el Hotel des Vosges en la rue de Birague es una muy buena opción, si logran que algún gringo cancele sus reservas con un año de anticipación. Ya instalados guarden plata para comer en L´Ambroisie, para muchos el mejor restaurante de Paris. Si creen que el lugar es intimidante...lo es ¡¡¡ Caro...carísimo¡¡¡ Pero lejos una de las mejores elecciones gastronómicas; me lo reafirmó hace unos días esa gran conocedora que es la estupenda Vero Blackburn. Por lo demás,en los otros restós de la plaza se come mal y caro, salvo tal vez en el Café Hugo, recientemente redecorado al estilo de los hermanos Costes.
La antigua Plaza Real -tomó el nombre de los Vosgos en tiempo de Napoleón como homenaje por ser esta región la primera en pagar sus impuestos- despliega bajo sus arcadas numerosas galerías de arte. Las hay para todos los gustos, pero una acapara siempre mi atención: la galería de Céline Chourlet. Primero porque no abundan galerías donde los dueños son pintores que solo venden su obra y segundo porque el trabajo de esta artista es luminoso, colorido, muy a lo Matisse o Cezanne. Recuerdo como mientras un grupo de chilenos se volvían locos comprando cojines y tapices tipo gobelinos clichées hasta decir basta, Juan Claro y su mujer la Patricia Figueroa no dudaron en comprar dos cuadros preciosos de esta talentosa mujer.
A dos pasos se encuentra la boutique estrella del gran Issey Miyake,que para su inauguración recibió a una empolvada Grace Jones llegando en carruaje y vestida a lo Marie Antoinette. Otra talentosa es Popy Moreni, famosa por sus colecciones vintage y sus peculiares fragancias. Y si de olores se trata,un jabón es un jabón, pero comprado en L´Occitane de la plaza harto más encanto tiene que comprarlo en la sucursal de Alonso de Cordova.
Hasta acá llegamos señores turistas. Obviamente que detenerse a contemplar la unidad arquitectónica de la plaza es algo atemporal y puede quitarle horas que se les harán segundos. La Cofradía es otra historia, y es requisito vivir en alguno de los pabellones para pertenecer.
De mi supieron por la portera portuguesa que hacía varios departamentos fuera de horas. Así fué como conocí al famoso científico argentino Pablo Goldschmidt, gran amigo hasta hoy,que vive en el techo del pabellón del Rey, ahí donde vemos un gran ventanal tipo atelier abierto. Él me introdujo a la nieta de Elsa Schiaparelli, a Jean Claude Binoche el famoso rematador de antiguedades, a Olivier Picasso,nieto medio drogo del pintor, cuyo departamento abría sus puertas para recibir a una Anne Wintour más endiablada de Prada que nunca. Las comidas iban de pabellón en pabellón, yo siempre zafando pues mis 30mts2 daban pena al lado de los 250 de un Jack Lang muy cuestionado ultimamente por sus excesivos gastos ( a un gauche caviar se le puede perdonar casi todo, pero bueno,en honor a la verdad la plaza siempre ha sido la envidia de todos los parisinos). Los invitados podían variar cada semana, pero la constante siempre era "materia gris y genio ante todo". Nadie atravesaba puertas ni por ser exótico,ni lindo ni mediático. Para un lugar que recibe cientos de miles de visitantes al año, guardar celosamente ese círculo no está exento de miradas inquisidoras pero también de mucho mística. Y secreto... desde tiempos de Madame de Sevigné, quien descolló en el siglo XVII por las preocupaciones espirituales, intimistas y testimoniales de toda una época. Curiosamente nació en la plaza.Y no me pidan más, es la única pista que puedo darles. Au revoir