Mi casa en la rue Murier (Tours) |
El living del antiguo Arzobispado |
Nacido en Turena, el filósofo René Descartes (1596-1650) contribuyó a este espíritu de declaración nacional al elegir publicar su gran obra, El Discurso del Método (1637), en francés, y no en latín (en esa época, lengua por excelencia de los escritos filosóficos). Su famosa máxima Cogito ergo sum, “pienso, luego existo”, es la expresión más simple y sutil de esa sensatez que caracteriza a los habitantes de la región.
En el s. XIX, Alfred de Vigny (1797-1863), poeta y autor lírico, describió su Turena natal en la novela histórica Cinco de Marzo.
Pero la gloria literaria de la región es Honoré de Balzac (1799-1850), quien en numerosos relatos de su fabuloso cuadro La comedia humana describió minuciosamente su amada patria chica. Nacido en Tours, encontró una y otra vez refugio de sus preocupaciones parisinas en el château de Saché (cerca de Azay-le-Rideau), donde le acogía un amigo acaudalado y donde escribió Papá Gorrito, y El lirio del valle. Este último relato se desarrolla en las proximidades del castillo.
La casa de las 3 chimeneas |
En el límite Norte del Valle, en la vasta y llana región de la Beauce, Marcel Proust (1877-1922), recuerda su infancia en el pueblo de Illiers, inmortalizado en sus novelas bajo el nombre de Combray.
Junto a la extraordinaria arquitectura de sus castillos y de sus iglesias, la región puede enorgullecerse de sus pintores ilustres. Nacido en Tours, Jean Bouquet (1420-1480) está considerado el mejor pintor francés del s. XV por sus retratos y paisajes, en muchos de los cuales aparece representado Loira. De origen flamenco, Jean Clouet (1485-1541), nació en Tours. Pintor de la corte al servicio de cuatro monarcas, sucedió a su padre y no se limitó a su actividad de retratista sino que también se ocupo de otros temas más sensuales, como la mitología clásica.
El más grande de todos los artistas que han honrado con su presencia las riberas del Loira fue indiscutiblemente Leonardo da Vinci (1452-1519). En 1516, Francisco I invitó al ya anciano maestro a vivir en Amboise, en la mansión de Clos-Lucé, a los pies del château. Como parte de su equipaje, Leonardo da Vinci llevaba tres pinturas para su anfitrión, hoy expuestas en el Louvre: La Giaconda, La Virgen con el Niño y Santa Ana y San Juan BautistaI Lo único que nos ha llegado de estos últimos años de trabajo del gran genio, símbolo él sólo del espíritu del Renacimiento, es un conjunto de planos, parte del proyecto para canalizar el Loira en Romorantin y desecar las marismas de Sologne, así como los dibujos arquitectónicos que inspiraron una parte de Chambrod y –posiblemente- el de Blois. Se le atribuye asimismo la organización de los festejos de la corte de Amboise. Francisco I contó más tarde al escultor Benvenuto Vellini que una de sus mayores satisfacciones eran las conversaciones sobre arte y filosofía que casi a diario tenía con Leonardo da Vinci.
Otro aspecto del living. VIVA EL COLOR! |
Vivir en el siglo XIII revisitado por Alsina |